El laurel es una planta aromática perenne, de porte arbustivo y clima templado, que puede alcanzar los 12 o más metros de altura. Es un condimento culinario muy popular en la cocina mediterránea. Sus hojas se emplean frescas o secas. Su fruto es una baya parecida a una aceituna negra que lleva una semilla y madura en otoño.
Tiene muchas propiedades beneficiosas para el organismo de ahí sus múltiples aplicaciones porque es una planta rica en aceites esenciales, es expectorante y digestivo, puede usarse para perfumar el ambiente o guardado en bolsitas dentro de los armarios aleja las polillas.
¿Dónde se cultiva?
En suelos ricos y húmedos con buen drenaje para que las raíces no se pudran, aunque tolera suelos pobres en lugares calurosos. No requiere de excesivos cuidados. Podemos cultivarlo en maceta, en pleno campo o en jardín buscando para él un lugar soleado o en semisombra.
Al ser una planta de secano, las heladas y los inviernos fríos estropean el laurel. Resiste bien la sequía. Le va bien un riego moderado, una vez por semana. En climas fríos podemos cultivarlo en maceta y trasladarlo a invernadero o a una habitación soleada en invierno.
¿Cómo se cultiva?
Se puede reproducir por esquejes, hijuelos o semillas (crecimiento lento y difícil). Si la cultivas en maceta, trasplántala cada dos años en primavera. Abona en primavera y verano con nitrógeno que favorece el desarrollo de las partes verdes. Florece en primavera y madura su fruto en otoño.
¿Cuándo cultivarlo?
La primavera es la estación ideal para plantar o trasplantarlo, sacando los hijuelos con raíz o plantar las semillas. El verano para recoger las hojas pues es cuando más aroma desprenden y sacar los esquejes de hasta 50 cm (podemos emplear polvo para enraizar y colocar la maceta a la sombra hasta que haya arraigado). Y el otoño es bueno para recolectar las bayas, recoger las semillas o sacar el aceite esencial.
Evita que las hojas crezcan desordenadas, puedes darle forma cónica o piramidal en cualquier época del año pero es mejor hacer la poda a finales de invierno o principios de primavera.
Si sus hojas se vuelven marrones o tienen hongos es por exceso de agua. Deja secar el terreno. Si sus hojas se vuelven amarillas es que le falta agua. Pueden verse atacados por pulgón o cochinilla. Lo tratarás con remedios caseros o productos químicos específicos.